..Muchos de los que viven alrededor del cerro Zapotecas dicen haber encontrado gallinas negras muertas, velas negras, muñecos clavados con alfileres.
Todos estos objetos indican la práctica de la magia negra.
Incluso, la gente de la región sabe que
cada primer viernes de marzo, todos los brujos de los alrededores se reúnen
para llevar a cabo ritos que consisten en misas negras, donde elevan sus
cánticos al Señor de las Tinieblas, rezan, bailan y realizan orgías.
Algunos dicen haber visto una bruja. Refieren
que son luces rojas que vuelan por el cielo. Otros, con más su imaginación,
dicen que son como bolas de fuego que cruzan el espacio celeste por las noches,
y que se paran en las puntas de los árboles o en las torres de las iglesias, y
que se chupan a los niños.
Había en Cholula una hermosa muchacha,
cuya belleza logró enamorar a un joven que la solicitó en matrimonio. Ella
también se enamoró de él y a los pocos meses se llevó a cabo la boda.
Lo que nadie sabía, ni el novio, era que
la muchacha era una bruja, muy hermosa, pero una bruja que en las noches de
luna llena, cuando su esposo dormía profundamente, se metía en la cocina, se
quitaba sus hermosas piernas y las escondía entre la ceniza del tlecuil y se
convertía en guajolote. Así, salía volando a buscar la sangre de alguna
criatura inocente, con la que mantenía sus poderes.
La bruja siempre procuraba llegar antes
de que su marido despertara, entraba a la cocina, buscaba sus piernas, se las
ponía y se iba a dormir junto a su marido. Todo iba muy bien, hasta que una
noche, el esposo despertó y no halló a su esposa; esperó, esperó y esperó a que
llegara y cuando ya la iba a buscar, en ese instante llegó su esposa, quien de
manera cariñosa lo apapachó y no pasó nada.
Pasó el tiempo y se repitió la misma
situación. Esta vez, el esposo empezó a dudar de la fidelidad de su esposa y
por eso se prometió a si mismo que la próxima vez estaría pendiente de seguirle
los pasos.

La sorpresa no lo dejo reponerse, pero
cuando se recuperó de la impresión, al saberse engañado, entró a la cocina,
buscó entre la ceniza y halló las dos hermosas piernas, pero ciego de furia las
quemó en el tlecuil.
Cansado y abatido por la sorpresa se fue
a dormir. Al amanecer, despertó y sintió el hermoso cuerpo de su esposa junto a
él y pensó que todo había sido una horrible pesadilla. Se levantó a dar de
comer a sus animales y cuando volvió, le extrañó encontrar a su esposa todavía
en la cama y le dijo: ¡Vieja, ya tengo hambre, vamos a desayunar!, y la esposa
respondió: ¿porque me hiciste esto?.
Al mismo tiempo que lo decía se quitó la
cobija y mostró sus piernas totalmente calcinadas, ante el asombro del esposo
que desde entonces se quedó mudo de la impresión.
Libro: Leyendas de Puebla
Salvador Momox y Roberto Vélez de la Torre
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